Cuando uno viaja quiere la fotografía monumental que pueda captar lo magnífico de un paisaje, de una comunidad o de un edificio. A mí en Seúl eso me pareció imposible. Ante esta situación le pedí a mis amigos que me compartieran sus fotografías para, de entre todas esas focalizaciones visuales, poder reconstruir mi visita a un entorno tan exótico como maravilloso, tan moderno como desconcertante. Y visitando lugares y sorprendiéndome de su gente y sus lugares, descubrí el palacio Gyeombokgung. Improvisada y ávida de ver cuanto pudiera en ese nuevo mundo (para mí por supuesto), no me importó visitarlo en domingo, rodeada de miles de turistas que sin parar tomaban fotos, como si con ello se pudiera capturar la historia...
Mi impresión: la simetría. No es un palacio recargado ni lujoso como los chinos, ni ceremonial y pulcro como los japoneses. Este tiene lo suyo, su encanto en ese juego constante que hace de los espacios simétricos, de la disposición de los elemento que con elegancia se distribuyen y crean paisajes minúsculos cargados de una belleza emocionante. Todos mis amigos tomaron fotos dónde los elementos se continúan unos a otros creando una perfección de espacios y formas. Sus ojos como los míos se recargaron en ello deleitándose en la tranquila continuidad de las cosas... Ah y lo demás lo puedes consultar en las guías y en los libros de historia.
1 comentario:
hermosísimo
y muy buenas las fotos!
dos besos
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