sábado, 19 de diciembre de 2009

Los años


Cada nuevo año me pregunto ¿a dónde va el tiempo que hemos gastado? ¿Qué se hace, si se convierte en recuerdo esto nos indica que ahí vive en un tiempo que es permanente mientras vivamos para recordarlo? La vida es finita, nosotros, la llevamos en la espalda y sabemos que no iremos más allá de lo que las tres parcas no han dado de hilo. Después de eso ¿qué? ¿Seremos, acaso, almanaques personales almacenando día tras día hechos extraordinarios, anodinos o cotidianos? Y estos libros que cuentan nuestros años ¿irán a parar a alguna enorme biblioteca como la imagino Borges, una biblioteca astral, celestial, laberíntica, mística, ordinaria, mutante?

De cualquier manera, cómo sea que sea, a donde vaya o no el tiempo, a pesar de inventar relojes, calendarios u otras extrañas maneras de medirlo, pesarlo, analizarlo, comerlo o besarlo. Los años son ese tiempo que nos hemos permitido para abrirnos la vida a múltiples oportunidades e infinitos deseos, éstos últimos son gratis y no van ligados al reloj de la mano.

Dejemos, ahora, que comienza un año más, a nuestro cuerpo y a la adrenalina de lo nuevo, de la incertidumbre de lo que se despliegan con todas su posibilidades, nos rejuvenezca, y así como cada año nos hacemos más viejos, ¿por qué no a cada inicio de uno no podemos sentirnos un poco más jóvenes? Los años no hacen ningún ruido. Están ahí y actúan. Esperemos a sorprendernos con su performance…


sábado, 12 de diciembre de 2009

Dos hiperbreves


Aquí un par de hiperbreves que escribí hace tiempo y que quizá les guste, compartiendo un poco...

BROCHETAS

Para Karim Eudave

Mi madre nunca fue buena cocinera. Todo se le quemaba, todo. Literalmente vivimos de las buenas intenciones de su desarmado amor, porque nunca pudo erguirlo, por lo menos en dirección nuestra. Y en esa necesidad idiota de demostrarle al mundo que nos quería, como una cosa natural, nos sentó a la mesa a mí, a mis hermanos, y nos sirvió para desayunar (ya les dije que no tenía ninguna noción en la cocina) su corazón en brochetas, que nos tragamos a la fuerza y a todos nos hizo repetir su mal.

(En Registro de Imposibles, 2da Edición)

 DOBLE NATURALEZA

 Se pensó durante muchos siglos que los lascivos centauros habían sido erradicados del planeta. Y en verdad sucedió así, en cierto sentido, pues dejaron de existir en el movimiento y se vieron condenados a ser tristes representaciones en cuadros, grabados y esculturas. Los que fueron perpetuados de esta forma, y son guardados celosamente en libros, ilustraciones o museos, no resultaron tan astutos como los que optaron por una vida más nómada para seguir satisfaciendo sus apetitos. Me refiero a los centauros que decidieron ser figuras de feria para burlar a sus acusadores. Así, hicieron del subir y bajar en los carruseles, un arte, y dando vueltas literalmente por el mundo, asechar con sus robustos ojos a las doncellas de diferentes latitudes. En ese vaivén aparente, esperaban con paciencia a que la jovencita más dulce, casta y buena subiera sobre su lomo biforme para seducirla sin que ella se diera cuenta. Y en la locura del círculo, cada vez más veloz del carrusel, ante la vista de todos, las hacían suyas. Quizá por eso nunca entendieron los padres porque sus niñas bajaban con el rubor en las mejillas y pidiendo dar otra vuelta en el carrusel…

                                                                          (En Sirenas de Mercurio)