domingo, 12 de septiembre de 2010

Libros Objeto (1) Los míos.




Hoy me desperté pensando en los libros objeto. En como los escritores nos sentimos atraídos por este tipo de publicaciones, quizá porque recibí recientemente un libro de autor y/o objeto de Mario Bellatín (Salón de Belleza) bellísimo ejemplar, quizá porque vienen en camino otros de mi amigo y maestro Norberto Luis Romero, quizá porque me puse a buscar en la madrugada (cuando el sueño se escapó por la ventana) los que hice hace 10 años cuando regresé de vivir en el extranjero, cansada del exilio y con ganas de crear unos libros pequeños homenaje y regalo a los amigos que en su momento fueron entrañables.
Busqué y busqué. Los encontré, por supuesto, distraídos y enojados porque los guardaba celosamente entre mis otros libros y revistas de manufactura única, seriados, firmados al calce por el autor, colección de la que me siento muy orgullosa. No porque sea una coleccionista, que en el sentido estricto de la palabra lo quiere todo y debe tenerlo todo, en esa obsesión casi caótica, sino porque soy la dueña de un grupo selecto que voy seleccionando bajo mi arbitrariedad: que a mi me gusten, punto.
Pero tuvo que pasar una década y además que llegaran otros nuevos inquilinos a la ciudad de mis libros para volver a aquellos que modestamente quise incluir entre los más avispados y señoriales. Ahora, aquí están y los incluyó en esta pequeña bitácora que con el tiempo se va convirtiendo en un diálogo conmigo misma y donde voy guardando las cosas que más quiero o mi inquietan. Los comparto como se comparte una vieja fotografía cargada de esa nostalgia que ya se nutre de diez años. Sólo conservo un ejemplar de cada uno (el tiraje fue de 10 para el caso de Ella siempre estaba en su cuarto y Con la boca en la mano, de V sólo se tiraron 3), porque el resto de los ejemplares fue un regalo para mis amigos, ellos no sé que fin les dieron ni en que manos reposan. Pero los míos están aquí a un lado esperando a que los vuelva a depositar en su cajita, recubiertos de celofán para que el polvo no los dañe, para que dentro de algunos años, meses o días, los vuelva a buscar como se buscan a los buenos amigos que aunque lejos siempre son presencias infinitas...

2 comentarios:

olivia dijo...

Gracias C, por compartir esas pequeñas maravillas, esas presencias infinitas. Son todo un disfrute...

Hansel en Baviera dijo...

Querida Princesa, supondo, con amargura, que mi segundo librito no te ha llegado, pues lo envié hace más de un mes, junto a unos ejemplares para un paisano tuyo que está tesiteando mi "Noche del Zepelín". Y lo triste es que hago tiradas tan pequeñas... ¿se podrán hacer segundas ediciones de estas cosas?
Espero que estés bien, espero tus noticias y te deseo lo mejor.
Besos y besos,
Norberto