Una de mis debilidades en cuento: los hiperbreves, me enloquecen. En la actualidad se han instituido como una nueva línea dentro del género, aunque la verdad ya les cultivaban desde el siglo XIX; como buen ejemplo están Los cuentos crueles del francés Villers de L’Isle-Adam o aquí en México el escritor Julio Torri, éste último de principios del XX. Sobre este tema escribí algo hace tiempo en www.literaturas.com cuando me invitaron a participar en un especial sobre hiperbreves, “Universos bajo cero” titulé mi comentario. En fin, te comparto ahora, una minificción que forma parte del libro Sirenas de Mercurio, que me publicó Amargod Ediciones en España (2007). La brevedad y su intensidad siempre serán para mí tan seductoras como la noche. Ojala te guste el texto:
Deformando la historia.
El mito es una cosa terrible, una etiqueta por la cual muchos individuos pasan a la eternidad creándose una fama desastrosa. Seguro desde sus tumbas, remotas y olvidadas, les da hasta pereza reclamar cualquier cosa, incluso, porque son mito y no leyenda, hasta advertir al lector que nunca existieron. En fin, cosas de esta vida culebra, para ir a tono con el personaje del que se habla: Medusa.
La historia no oficial (o sea la verdadera, si no nos ponemos relativos), la sitúa en una lejana comunidad de Grecia donde por desgracia era la más bella de todas las mujeres de su comarca. Pero como la belleza no viene sola también le tocó estar repleta de locura. Este inconveniente no disminuía su atractivo y, hombres de todas las latitudes venían a verla con la intención de pedir su mano. Ella, por supuesto, abstraída del mundo sólo se limitaba a reír. Cuentan, (rumores de la historia he dicho) que Medusa les advertía sobre su cabellera llena de serpientes venenosísimas, celosas y traicioneras que nunca le permitirían tener varón en su lecho. Y con esa voz, como sacada de un cajón del cielo (todo en ella era una bendición de los dioses, menos su razón), les murmuraba al oído: “Si no fuera por las víboras te haría el ser más feliz de la tierra pues es a ti a quién amo”. Luego los acompañaba a la puerta y los despedía para siempre. Entonces, comenzó el mito: los hombres abatidos se iban con el corazón petrificado y roto.
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2 comentarios:
Conozco este libro, es verdaderamente genial, felicidades!!!!!!!!!!!
Me gusta mucho la exposición que haces aquí,definitivamente los escritores de hiperbreves tienen que echar más al ruedo pues no pueden darse el lujo de utilizar los mismos recursos que usaría otro tipo de escritor.
y lo de que "somos hijos de nuestro tiempo" me deja pensando. Para comentarlo después.
Felicidades por este sitio!
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