Sí, sí y más sí. No he escrito en mi blog desde ya tiempos muy remotos, pero la razón es simple: Estuve escribiendo (entre otras cosas no tan agradables). ¿Qué escribí? Un texto sobre acontecimientos del siglo XIX en Guadalajara para un libro sobre el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, y debo reconocer que me gustó mucho trabajar la ficción histórica. Así que en breve me voy a poner a redactar una novela de ese tipo. Y Luego está, por otro lado, el opuesto algunos dirían, un cuento de C.F. para una antología próxima a aparecer. Y le sigue otra de Terror donde también me pidieron un texto.
Entre uno y otro cuento, cambiando de chip a cada rato y concluyendo las labores académicas y discursivas de las que vivo, se me ha ido la vida. Y para colmo ya se acerca peligrosamente mi cumpleaños y como siempre en PASCUA. En fin les dejo por si tienen tiempo una mini ficción. Yo sigo mucho este consejo y ahora que estoy por partir (y esto es en serio) a Asia, ( sí, mezclare los negocios con el placer por eso paro en TOKIO), y bueno en algún lugar lejano y durante mi viaje compraré un mono de tinta.
Sobre la inspiración a base de tintas
Para Horacio Eudave
La manera de adquirir inspiración es sencilla; nos la ha confesado un comerciante chino que está vendiendo monos de tinta en el mundo occidental. Monos invisibles, por supuesto; no se les puede ver sino sólo en su hábitat, asegura el asiático. En fin, usted deja sobre su mesita de noche, o sobre su escritorio, una o varias botellitas de tinta en frascos de vidrio, si es cristal qué mejor. Las tapa con un pedazo de tela sedosa y se va a dormir. Si al mono le ha gustado la bebida, retirará suavemente la almohada de su cabeza y se pondrá en su lugar. Es bien sabido que son de piel suave, y su latido pausado dicta a nuestra imaginación, que se acompasa a su ritmo, las historias más fascinantes. Usted sólo tiene que levantarse a la mañana siguiente a escribir. Éxito garantizado, que ahora viene en certificados de papiro made in China…