Olvidada tenía esa etapa de mi
vida cuando recibo una llama del director Gabriel Gutiérrez Mojica pidiendo mi
autorización para montar Antesala. Entré en pánico, no tenía ni una copia —imaginen la redacté en una máquina de
escribir viejita—y no recordaba bien a bien de qué iba la obra. Le dije que
necesitaba leerla de nuevo, luego admití que no conservaba la copia. Él me hizo
llegar una y para mi fortuna no me pareció fuera de tono, ni pasada de época.
Le hice unos cuantos arreglos para actualizarla, redondeé el final, se eliminó
un personaje, cuyos diálogos y situaciones fueron absorbidos por otro. En su
conjunto la obra era bastante digna. La entregué y me dije: ninguna pieza
teatral verdaderamente se completa si no se estrena alguna vez, el teatro no es
para leerse solamente, debe representarse.
Para mi sorpresa, la obra tuvo
mucho éxito y alcanzó llenos totales en la pequeña sala donde se represento en
corta temporada. Yo asistí a casi todas las puestas en escena comprobando que cada
representación es única e irrepetible, ahí la maravilla del teatro. Los actores
fueron haciendo suyos los personajes, las situaciones… Estoy muy contenta,
tengo una sonrisa amplia, agradecida con
el grupo Teatro Producciones
Gagumo, que bajo la dirección de Gabriel Gutiérrez Mojica la llevaron a escena.
La Cecilia de finales de los
ochenta, ávida de escribir obras de teatro, deseosa de ver una puesta en escena
de su trabajo, veintitrés años después ve ese sueño realizado. Esa chica
imperiosa, apasionada y joven debe estar muy feliz ahora, por eso le dedico
también esta entrada, agradeciéndole el no bajar las manos, el mantener en mí
esa pequeña luz que ahora se aviva, recordándome que no hay esfuerzo vano
porque tarde o temprano se asoma la recompensa…
P.d. Dejo en esta entrada algunas fotos de escenas de la obra cuya temporada duró todo septiembre.